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Foto del escritorLa mujer en escena

¿sabía usted señor que la mujer del siglo ed oro existió?


Alrededor de unos quinientos nombres de autoras aparecen en torno al Siglo de Oro Español,  entre los años 1500 y 1700. Cierto es que muchas de estas autoras solo escribieron un agraciado poema, pero, a diferencia de lo que sucedía previo al siglo de Oro, ese poema ahora se imprimía, podía surgir a la luz pública y dejar constancia de su existencia.

Mientras que en  países como Francia y sobre todo Italia, donde las escritoras fueron un fenómeno culturalmente conocido y tolerado en el siglo XVI, en España, antes de 1590, resultaba una rareza exótica. No es hasta a la publicación de las obras de Teresa de Jesús en 1588, que un nombre de mujer sería común en el mercado editorial de la época, en el que la literatura espiritual ocupa casi la cúspide del consumo.


Al parecer, el amplio aumento de la alfabetización de las mujeres desde comienzos del siglo XVII, así como el nuevo valor del libro (de un objeto raro a un objeto común) y la manifestación de nuevos escritores menos vinculados a clases profesionales, contribuyeron a cambiar el signo de la escritura, y en torno a 1600 se observa una mayor presencia pública de mujeres en este ámbito. Un fenómeno característico del Siglo de Oro eran los concursos públicos (justas poéticas) donde destacaron muchas de estas autoras. La mayoría de estos actos estaban relacionados con la religión, pero también existían de un carácter más bien lúdico y pagano.


Feliciana Enríquez de Guzmán; Bernarda Ferreira de Lacerda; Ana de Castro Egas; María de Zayas; Luisa María de Padilla; Ana Abarca de Bolea; Violante do Céo; Leonor de la Cueva; Ana Caro Mallén; Marcia Belisarda; María Nieto de Aragón;  Ángela Azevedo; Catalina Clara Ramírez de Guzmán; Juana Josefa de Meneses; sor Maria do Céo; Mariana; Francisca de Santa Teresa…


Cultivaron la novela, la poesía, el teatro, el ensayo y tratados educativos. Fue a través del género Teatral y la novela donde las autoras se permitieron crear personajes femeninos incómodos, adoptando nuevos valores alejados de los convencionales y típicos (la fea=sabia/la guapa=tonta), más libres, masculinizadas, empoderadas, autónomas, etc. Sus temas más frecuentes fueron: el derecho a elegir marido; virtudes femeninas frente a los tópicos; crítica del comportamiento de los hombres a las mujeres; nuevos modelos femeninos; derecho a la cultura; crítica a la familia y el matrimonio.


En general se puede ver que las escritoras no inventa nuevos géneros o formas de enunciar  un "yo femenino" ausente de la voz pública hasta entonces. Lo más frecuente son escritoras que utilizan los moldes genéricos ya conocidos como novela, el drama o la poesía, pero modulan sus convenciones en lo relativo a los temas para disentir o matizar el mensaje masculino, con lo que sitúan en la larguísima tradición de la querella de las mujeres. Por ejemplo, las obras teatrales de Leonor de la Cueva, María de Zayas o Ana Caro presentan tipos femeninos que actúan por cuenta propia, mujeres activas para decidir su propio destino frente a los hombres. Sus obras respetan las convenciones del género, pero proponen una visión de los mismos acordes con un punto de vista femenino y su visión del mundo.En este contexto y referido a Madrid, la capital del reino, símbolo máximo de los cambios en modas, dirá con mucha ironía Ana Caro Mallén en un diálogo de su comedia: Valor, agravio y mujer.


vv.1163-1180

TOMILLO: ¿Qué hay en el lugar de nuevo?

RIBETE: Ya todo es muy viejo allá;

sólo en esto de poetas

hay notable novedad

por innumerables,

tanto que aún quieren poetizar

las mujeres, y se atreven

a hacer comedias ya.

TOMILLO: ¡Válgame Dios! Pues,

¿no fuera mejor coser e hilar?

¿Mujeres poetas?

RIBETE: Sí; mas no es nuevo, pues están

Argentaria, Safo, Areta,

Blesilla y más de un millar

de modernas, que hoy a Italia

lustre soberano dan,

disculpando la osadía

de su nueva vanidad.

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