Somos la mala conciencia de la sociedad bien pensante, las chicas valientes.
W.I.T.C.H. (1968)
Y se alzó la “Conspiración Terrorista Internacional de las Mujeres del Infierno”: W.I.T.C.H. (Women International Terrorist Conspiration from Hell). Nombre con el que 13 mujeres de Nueva York fundaron en 1968 el grupo de accionar político y feminista al escindirse del originario New York Radical Women (NYRW), debido a las diferencias en torno a los grupos de concienciació, una práctica que tomaron a su vez del colectivo feminista de la famosa Librería de Milan a principios de la década del 60.
Para las WICHT reunirse a concientizarse (reflexionar, analizar, interpretar y reiterpretar) sobre la propia opresión, en una puesta común en la intimidad, pareció no bastarles. La apuesta debía ir más allá, salir del salón de sus hogares y traspasar la puerta para un accionar político callejero. Y así lo hicieron.
Con una estética propia de la iconografía oculista, emprendieron un inusual activismo marcado por la performance política, el teatro callejero y la pantomima (mímica paródica). En 1968 estas 13 mujeres, en su mayoría jóvenes estudiantes, a través de ´”conjuros” y “hechizos mágicos” hicieron frente a una sociedad estadounidense fuertemente arraigada al conservadurismo y las tradiciones patriarcales.
Este pasaje del espacio íntimo o privado, como forma de acción política, hacia el exterior, las llevó a reconocer que más allá de la distancia geográfica o las pequeñas diferencias que podría haber entre ellas, la opresión que sufrían era exactamente la misma. Rápidamente la idea de reapropiarse de la estética de la hechicera para realizar acciones se fue propagando por distintos estados creando células en Chicago, Oregon, Carolina del Norte, Boston, San Francisco e incluso Texas.
El objetivo de estas “brujas” era la destrucción del régimen patriarcal para devolverle a la mujer la libertad que una vez pudo haber tenido. Ser una “witch” suponía dejar de ser una mujer como criatura biológica, sexualmente definida, esencialmente ella; asimismo, suponía la anulación del fetichismo de la pasividad, el consumismo y la mercancía, propios del sistema capitalista en auge de aquel entonces.
La premisa esencial del grupo fundador se basaba en la autonomía y la independencia. El ideario de una práctica hacia el exterior, en el espacio público, se cimentaba en una línea muy marcada contra la estética y la sexualidad patriarcal; acciones predominantes en el boicot a los concursos de belleza y/o eventos de carácter sexista; la pornografía; la ocupación de oficinas y empresas de la industria de la moda; aquelarres contra la bolsa y hechizos callejeros contra el consumo de belleza y el sometimiento doméstico.
Asimismo amenazaban con la reaparición/reencarnación de las brujas medievales que habían sido aniquiladas por el Santo Oficio de la Inquisición y que persiguió hasta el exterminio a todas aquellas que se opusieran al régimen. Se cuenta entre sus aventuras que en una ocasión se reunieron en las puertas de Wall Street, templo del capitalismo y la especulación monetaria, e hicieron un aquelarre para invocar la caída de la bolsa. No se sabe si es coincidencia o no, pero, en el mismo momento que la acción era realizada la bolsa, “mágicamente”, descendió 3 puntos.
Dentro de los grupos feministas de aquellos años, se dice fueron las primeras en usar un lenguaje directo y combativo que reivindicaba la violencia activa en sus comunicados, algo inusual en aquel entonces, y en la actualidad, dentro de los grupos de mujeres, caracterizados generalmente por lo femenino como lo sensible y lo sutil.
Finalmente, tras dos intensos años de acciones políticas, W.I.T.C.H. se disolvió en 1970, algunas de sus integrante formaron parte de otros grupos de corte ya sí, menos performativo y más radical, como fue el caso de Robin Morgan que pasó a formar parte del grupo The Weather Underground.
W.I.T.C.H. fue uno de eso grupos que introdujo el teatro y la performa a un accionar político que hasta la fecha se había limitado a las tradicionales formas como el boicot, la ocupación e incluso la acción directa. Si bien el teatro ha buscado en su realización formas políticas pocas son las veces que el accionar político había buscado su expresión en el teatro.
Es importante resaltar para poder sacar una conclusión valedera, que incluso hoy día, vulgarmente, los feminismos mantienen la figura de la bruja como un dato transparente, histórico y verídico. Sin embargo, al consultar la bibliografía de Sylvia Federici, unos cincuenta años más tarde de la desaparición de W.I.T.C.H. podemos saber con certeza que “la caza de las brujas fue un momento decisivo en la vida de las mujeres, una derrota histórica, la causa del desmoronamiento del mundo matriarcal. Un mundo de prácticas femeninas, relaciones colectivas y sistemas de conocimiento que habían sido la base del poder de las mujeres en la Europa pre capitalista, así como la condición necesaria para su resistencia en la lucha contra el feudalismo” Federici nos deja entender por fin que aquella figura vulgar de esa mujer vieja, rugosa, con verrugas y desdentada a la que nunca le falta la escoba voladora es una invención para aplacar nuestras ansias de saber lo que realmente esconde la Inquisición ya que, agrega Federici “A partir de esta derrota surgió un nuevo modelo de feminidad: la mujer ideal: casta, pasiva, obediente, ahorrativa, de pocas palabras y siempre ocupada en sus tareas” .
Nos corresponde entonces a nosotras hacer un ejercicio de recuperación de la memoria y no perpetuar una imagen falsa que oculta uno de los genocidio más trágicos y con terribles consecuencias sobre las corporalidades de sexo femenina.
Esta entrada no es tanto un esbozo de investigación en torno del grupo que nos ocupa sino un intento de verse inspirada por precursoras para re-pensar el teatro en la actualidad como forma de acción política. Ya que el teatro puede ser un arma idónea para vehiculizar el pensamiento colectivo, incordiar las hegemonías, y habilitar cambios dentro de una y de las personas que forman parte de la acción. Puede y debe ser un arma de acción de lucha, cambio y transformación.
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